sábado, noviembre 12, 2016

Fuego #11: Días Perdidos.

Días Perdidos (4 de 4)
Historia: Zirijo.


I


-Señor, tenemos una cuadrilla completa retenida en la cordillera – reportaba un funcionario de las fuerzas especiales de policía – los perdimos cuando incursionábamos por la zona.
-¿Y quién les dio esa orden? ¡Estamos hasta el cuello de llamados de desórdenes civiles. El presidente está a punto de establecer la ley marcial, y ustedes se dan el lujo de meterse con esos malditos indios!
-Fue una orden superior señor. El Sub oficial mayor de zona, nos envió… señor – respondió el Cabo.
-Bien… toma a las tropas que tengas… recuperen a los rehenes, y regresen… no podemos darnos el lujo de perder más hombres, con esta guerra acercándose… los norteamericanos amenazan con atacar Eria.
-Sí señor.


II


El templo estaba levantado hasta la mitad. Dos días habían pasado desde que los policías estaban de rehenes, y Justin había estado trabajando muy rápido cortando rocas. Había pasado toda la noche sobre lo que estaba pasando, pero no podía conseguir entender por qué le seguía la corriente a Escorpión. De todos modos, muchas de las cosas que había estado aprendiendo eras aspectos de su poder que él, ni su hermano, nunca habían pensado. No depender del fuego, dirigirlo, controlarlo, su efecto psicológico en el enemigo… la guerra detrás del fuego. Lo que estaba haciendo era ser un nuevo Justin.
-Roca sólida… el templo es el reflejo de nuestros espíritus – dijo el Maestro Escorpión, asombrado por su obra – Nuestro templo ahora es de piedra. Sólida y eterna.
-Señor, los centinelas han visto a más tropas de extranjeros acercándose – informó uno de los aldeanos al Maestro.
-Vienen por tus prisioneros – lo culpó Justin.
-Preparen todo… nos defenderemos hasta la muerte.
El pueblo completo se prepara para una emboscada. Las fuerzas policiales están peligrosamente cerca del pueblo. El Escorpión se siente amenazado, prepara su agujón y tenazas para atacar.
El difícil acceso hace que las tropas viajen a pie. Cada uno de los miembros de la tropa de policías de fuerzas especiales, llevaban rifles de asalto, comunicadores individuales, y un tremendo arsenal defensivo. Avanzaban silenciosos, desde la base de avanzada, ubicada a un costado del Río Grande.
A pesar de todo esto, son los Escorpiones los que atacan primero. Armados con lo que pudieron conseguir en sus casas y moradas, liderados por el Maestro del templo, Escorpión.
A pesar de su pesado cuerpo, era silente y rápido. Su entrenamiento personal era doblemente riguroso, ya que el calor del desierto lo transformaba en una masa caliente y sofocante de concreto sólido.
Las fuerzas especiales de policía dispararon en contra de sus atacantes, balas reales. Una masacre en un instante. Escorpión se adelante y derriba a varios, pero no es suficiente, la matanza continua.
-¿Qué?… este no es el procedimiento correcto – susurró Justins, sorprendido por la aterradora y violenta respuesta de los policías, recordando lo que podía de su hermano George – no… no permitiré esto.
El joven Hombre de Fuego se encendió en viscerales llamas, y se asomó desde lo alto del monte que albergaba la emboscada preparada por los aldeanos. En la cima del monte prominentes flamas salen desde el cuerpo de Justin, que las forma como gigantescas e imponentes alas de fuego.
Vuela desde lo alto, y combate por esta gente… su gente, desde hace varios meses.


III


Cualquiera que viera una gigantesca bola de fuego, acercándose directamente a una tremenda velocidad, mostraría la mueca de terror y espanto, que pusieron esas policías. El calor era tan fuerte, que las balas no alcanzaban a impactar en Justin, sino que se desviaban, imparable, y los ojos de aquellos hombres estaban conquistados por el miedo.
Al derribarlos, Justin se detiene y observa. Estaba rodeado. Desde sus manos concentra tanto calor, que de ahí mismo se produjeron llamas más grandes, las cuales usó para embestirlos a todos.
La cola de Escorpión era pesada y densa. La obtuvo como resultado de una severa ceremonia de iniciación para transformarse en un Guerrero Escorpión. Avanzando junto a Justin, Escorpión la despliega para golpear y desestabilizar a los invasores, que seguían disparando al desenfrenado Maestro. Las balas tenían ninguna posibilidad de atravesar el duro y sólido recubrimiento al que había sido expuesto no hace mucho. Era un nuevo Escorpión también.
-Ya.. ya lo entendí – dijo Justin muy fuerte durante el combate, iluminado por una epifanía – cuando veníamos hacia acá… me despedí de todo lo que me ataba a la vida de George… los Hombres de Agua, Burbujas, La extraña Firice… todo eso era el mundo de mi hermano... no mío… fue una despedida.
Escorpión lo escuchó sin desconcentrarse, y lo aprobó.
-Entonces Vive por tu propia cuenta Hombre de Fuego… toma todo lo que te han entregado y ¡úsalo!
Justin se tornó fuego puro, y desplegó una luminiscencia destellante. Las flamas dominaban su cuerpo, desplegando una bola de fuego de todo su ser. Arrazó con todo lo que lo rodeaba. Con fuerza empujó a los policías, los nubló con el calor abrazante, y los hizo retroceder por la potencia del fuego. Nunca antes había sentido el fuego tan propio, nunca antes había usado el fuego así.
Las tropas atacaron entonces con más fuerza. Un grupo había avanzado en secreto hacia el otro lado del monte, y comenzó a disparar por la retaguardia. Escorpión los escuchó, y dejó a Justin solo en el frente.
El imponente Hombre de Fuego estaba flotando a pocos centímetros del suelo, ennegreciendo las rocas, y alejándolas por la fuerza de las llamas.
Algunos siguieron disparando, pero algo llamó la atención de Justin, mientras avanzaba. Un comunicador encendido, dejado atrás por uno de los policías que escapó de las llamas. La comunicación estaba abierta, y se oía fuerte y claro.
-¡Tropas, retrocedan! Tenemos un brote de Evola Vastitas en el Hospital de SpeedWay City… no hay abasto en Angalileo… necesitamos a todas las tropas.
Justin se sorprendió. Tomó el comunicador y se alejó, sin quemar el aparato, elevándose a los cielos.
-Pero… Señor – tratando de hacerse pasar por uno de los miembros de las fuerzas especiales - ¿No es posible llamar a Defensores Unidos?
-Imposible, necesitamos a todas las tropas – respondió – Defensores Unidos no están operativos… se encuentran ocupados con la guerra de los Norteamericanos en todo el mundo…
-¿Guerra? – se preguntó Justin, dejando caer el transmisor, muy preocupado. Sus amigos estaban enfrentando una situación muy peligrosa, y él sin poder ofrecer su ayuda…
Justin miró hacia abajo, y vió como las fuerzas especiales avanzaban hacia el pueblo de los Escorpiones… no pudo hacer nada… Defensores Unidos lo necesitaba.


IV


Su vuelo era furtivo. Justin había estado demasiado tiempo fuera como para ver venir esta situación. El Desierto quedaba rápidamente detrás de él, y SpeedWay City estaba en frente. Pasó como una fuerte ráfaga por sobre sus cabezas, y sobre los edificios, su objetivo era Angalileo y el salón de Defensores Unidos.
Una vez allá, vio una gran cantidad de héroes reunidos en las afueras del salón. Durante su vuelo sobre la ciudad, vio los disturbios, el desorden y el abandono de las calles. Nada estaba funcionando, estaban todos escondidos y temerosos ante la amenaza de guerra.
Alcanzó a escuchar la pregunta de su amigo Blackbird: “¿Alguno quiere unirse a Quick y a mí, en esta campaña?”
-¡Yo iré contigo! – dijo Justin, en vuelo y envuelto en llamas aún.
-¿George? – preguntó Electricman, escuchando un gran parecido con la voz del héroe caído en batalla.
-¡No… es Justin! – exclamó Quick, sorprendido, y felíz por unos instantes.
-Blackbird, cuenta conmigo – dijo luego, haciendo que sus flamas desaparecieran, mostrando su amable rostro, pero con una mirada diferente.
-¿Qué te pasó? ¿Por qué te fuiste? – preguntó Adam al abrazar a su amigo.
-Luego hablamos de eso… ¿Alguien más acepta el llamado de Blackbird? – preguntó Justin Smith, El Hombre de Fuego.
A pesar de las intenciones de Justin, nadie más alzó la voz.
-Entonces seremos nosotros tres – dijo Blackbird.
-Suerte chicos – dijo el Amo de los Espejos – la van a necesitar.


V


-Hoy celebramos la muerte de muchos de nuestros hermanos, padres, esposos. Pero hemos defendido nuestro pueblo, nuestras tradiciones, de esos foráneos… Les hemos devuelto a nuestros rehenes, y nos aseguraremos que no vuelvan a molestarnos, ya que los hemos repelido por mucho tiempo más… - dirigía El Maestro Escorpión una orativa hacia los aldeanos del Pueblo de los Escorpiones, en el nuevo templo, completamente terminado.
Cuando la ceremonia había terminado, uno de los aldeanos, se acercó hacia el Maestro.
-Señor, ha despertado… el muchacho quiere hablar con usted.
Cuando el Maestro Escorpión entró al cuarto, encontró a Radsil, mirándose en un espejo, contemplando su desfigurado rostro. Sin las vendas, se alcanzaba a distinguir una palma muy marcada en su rostro, la mano del Hombre de Fuego.
-Maestro, he tenido el sueño…
-Entonces estás listo para ser llamado “Guerrero Escorpión” – respondió el Maestro. Miró severo a los ojos de Radisil, cuando este se movió para mirarlo de frente. Su mirada estaba inflamada por el odio y el resentimiento. Una mirada bendita por el Aguijón del Escorpión.
-He soñado con fuego. Con un brillante y poderoso FUEGO.




Fin…

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