Días Perdidos (1 de 4)
Historia: Zirijo.
Historia: Zirijo.
“¿Te duele? No te preocupes… es Dios haciéndote de
nuevo”
Anónimo.
Anónimo.
I
El despertador
suena una vez más en la casa de los Smith.
Los lunes Justin
siempre tenía problemas con las sábanas, “no lo dejaban ir” decía con
costumbre.
-¡Tú celular
despertador ha sonado cinco veces! ¡DESPIERTA de una buena vez! – lo regañó
Julie, su hermana, que pasaba cada cinco minutos hacia el espejo, que se
encontraba en el baño.
-¿Te lavaste la
cara por último? – preguntó resignado el mayor de los hermanos Smith, al verlo
llegar arrastrando los pies a la mesa.
-¿Podemos
simplemente cambiarnos de ciudad, o de barrio, para asistir a una escuela de
tarde? – le preguntó Justin a George Smith mientras tomaba asiento, aún entre
sueños.
-Tomate ese
cereal… salimos todos en veinte minutos.
-¡Pero George…
aún no estoy lista! – protestó Julie.
-¿No les falta
nada? – preguntó George mientras los tres subían muy apretados al auto
familiar. Un modesto modelo urbano, práctico, pero pequeño.
-No alcancé a
terminar el desayuno… - dijo Justin.
-¡Hey! No esperes
que, porque vuelvo antes que ustedes a casa, lave sus cosas!... se aprovechan
de que soy mujer – reclamó Julie, teniendo en mente las muchas veces en que
volvía a casa, y debía ordenar el desastre que dejaba Justin antes de salir.
-Pero Julie, no
te cuesta nada… es solo un plato – respondió Justin, sin entender el reclamo de
su hermana.
-No se trata de
eso… - alcanzó a decir George, cuando fue interrumpido por la señal de radio,
habiendo avanzado un largo trecho en el vehículo.
“Persecución en
progreso” “Peligros homicida huyendo de la escena del crimen” “se dirige al
sur, por la autopista principal” “llamen a todas las unidades” “Avisen a la
Familia de Fuego”
Los tres se
miraron con ojos de complicidad. George estacionó el automóvil y todos bajaron
dejando sus cosas en él.
-Te salvaste de
las clases de esta mañana Justin… pero no faltarás a las de la tarde – amenazó
tiernamente George a su hermano más pequeño, con una sonrisa en el rostro.
-¡Para esto fue
que me desperté en la mañana! – exclamó alegre Justin, alejándose de cualquier
cosa que pudiera entrar en combustión.
Al notar que no
muchas personas transitaban por el lugar, los tres hermanos se encendían en
llamas espontáneamente, generando una onda de calor y brillo inusual. El trio
de llameantes hermanos emprendió vuelo hacia donde los necesitaban.
Era todo
diversión en el día de Justin Smith. Era un lunes cualquiera para la Familia de
Fuego. Pero luego recordó que su hermano ya no estaba con ellos, y que su
hermana había sido hecha “Elemental del Fuego” por la madre Gaia. Eran solo
recuerdos de días mejores. Eran solo sueños, producidos por su mente, para
escapar de una triste realidad.
II
El relinchar de
un caballo despierta violentamente a Justin Smith de su dulce sueño. El heno,
la paja y el fuerte olor a guano, le recordaron que dormía en un establo ahora,
y que un sofocante calor lo obligaba a sudar toda la noche. El sol apenas
estaba saliendo, cuando una voz familiar le habla.
-Niño fuego, es
hora de empezar el entrenamiento
-Si Escorpión –
reconociendo a quien le ordenaba levantarse.
-Maestro
Escorpión ahora – corrigió el guerrero – soy maestro ahora – susurró.
La silueta de
Escorpión no cambiaba mucho, de lo que alcanzaba recordar Justin entre sueños,
pero cuando el joven terminó de despertar, vio que ahora Escorpión, era una
mole de concreto en movimiento. Sus anchos brazos, su rígida expresión y una
exuberantes togas lo hacían ver mucho más imponente que antes.
-Tengo problemas
con eso… - le dijo el menor de los Smith – no me resulta cómodo.
-Tendrás que
hacerlo… sino quieres ser expulsado a las montañas, y lapidado en el camino –
respondió Escorpión ante la confesión del joven de fuego.
-Tendrás que
cortarte el pelo – dijo el Maestro Escorpión a Justin mientras caminaban
iluminados por los primeros rayos de luz del día.
-Noo… - respondió
Justin a la petición con una expresión de desagrado.
-Tendrás que
verte como los demás estudiantes.
Cuando Justin
salió del granero, persiguiendo al Maestro, vio una fila ordenada de muchachos,
todos menores que él, de pie en frente de un antigua edificación de madera. Ahí
también estaba el Maestro Escorpión.
Todos vestían
togas de un color blanco muy viejo, percudido y poco cuidado. Todos tenían sus
cabezas rapadas, dejando solo una trenza nacida de la base de la nuca, con una
punta de cola de escorpión forjada en acero.
Justin, con su
pelo desordenado y vistiendo un jeans roto, zapatillas, una camisa a cuadros, y
un traje especial que resistía los embates de sus transformaciones, de formó en
la fila.
-Su maestro ha
muerto – sentenció con fuerza y calma Escorpión ante sus nuevos discípulos – y
al ser el último de los guerreros escorpión que logró formar, debo
reemplazarlo.
Los estudiantes
no bajan la mirada, mirándolo fijamente a los ojos. La noticia no los conmovió,
como esperaría Justin, sino que los estudiantes lo miraban desafiante, acorde a
sus enseñanzas. Justin notó que ninguno ponía atención a la contextura de
Escorpión, producto de su enfrentamiento con “Burbujas”.
“Escorpión me
dijo que se había encargado de él, pero… ¿Dónde estaba?” se preguntaba Justin,
en silencio, mientras Escorpión continuaba hablando.
-El Maestro ha
abrazado a Itprom, señor de la batalla, y lo ha integrado en su horda. Todos
llegaremos a sus brazos, si es que continuamos en la senda de la disciplina,
pero este ha sido su momento – dijo sentidamente a sus dirigidos.
Justin no
entendió mucho de lo que dijo Escorpión, pero sí recordó que en esta tierra, en
la isla de Eria, los indígenas aborígenes de la tribu de los Hachit adoraban a
otros dioses, y asumió que Itprom era uno de ellos.
-Y ahora yo
estaré a cargo – continuó – de enseñarles lo necesario para ser parte de la
orden.
-¿Ahora
cualquiera puede ser un guerrero Escorpión? – preguntó el mayor de los
muchachos formados, con sarcasmo a su maestro, mirando a Justin.
-No cualquiera
puede ser un Guerrero Escorpión Radsil – respondió violentamente el maestro,
reafirmando su autoridad – incluso ustedes pueden no ser elegidos como
Guerreros… ustedes están acá para pertenecer a la orden. Yo solo hice lo que
Itprom, al recoger a su medio hermano Itmed, al ser vencidos por Itnok, el
destino, en la guerra por la conciencia. Recogí a un hermano de guerra.
III
Delante estaba el
templo. Era una vieja estructura de madera. Aunque las edificaciones en las que
vivían los habitantes del pueblo de los escorpiones era mucho más sólidas y
modernas, el templo continuaba siendo prácticamente siendo el mismo desde que
habían llegado a estas tierras, como era el deseo de los antiguos maestros.
-Yo fui entrenado
bajo la tutela del “maestro iluminado” – siguió explicando Escorpión luego de
la interrupción – Él nos hacía la “prueba del alma”, para identificar qué tipo
de entrenamiento debía llevar cada uno de sus estudiantes… Ustedes debían
enfrentarse a mi, o a cualquiera que sea parte de nuestra comunidad, para
probar sus habilidades, y probar su alma.
Justin se
preocupó. Ya había enfrentado a Escorpión antes, pero no pudo vencerlo. Ni
siquiera junto a su hermana pudo hacerlo… solo George podría… y ahora tendría
que hacerlo solo, para “probar su alma” Recordó la primera regla del
entrenamiento que le impuso, allá en las cenizas de lo que fue su hogar… “nada
de llamas” pensó.
-Radsil, al ser
el estudiante con más tiempo bajo la tutela del “Maestro Iluminado”, eres el
primero en pasar por la prueba.
El maestro dio dos
pasos al frente, y se ubicó dando la espalda al templo, esperando al joven
aprendiz para iniciar la prueba.
-Maestro
Escorpión – respondió Radsil, humilde ahora, por la fuerte respuesta de su
maestro – escojo al nuevo estudiante que trajo, al foráneo, para probar mi alma.
IV
El joven hombre
de fuego miró sorprendido a Radsil. Le devolvieron una mirada altiva, y
desafiante. Ni una hora había pasado desde que el sol hizo su aparición por el
este, y ya el calor era abrazador. Todos estaban empapados de sudor y los
estudiantes estaban atónitos por la petición de Radsil.
El Maestro
Escorpión regresó a donde estaba dando la plática, e indicó a Justin pasar al
frente.
Ambos estudiantes
se pusieron en posición, y Radsil adoptó la característica pose de combate de
los Guerreros Escorpiones: La rodilla
doblada en la pierna de apoyo, ambos brazos hacia adelante y la pierna
delantera estirada.
Justin, nervioso,
puso sus puños en frente de su rostro, imitando la postura del boxeo, como lo
hacía de niño para “defender” a sus compañeros, pero en realidad no tenía idea
de lo que hacía.
Radsil estaba
decidido. No había miedo en sus ojos, todo lo contrario, tenía un brillo
especial, algo que hacía entender que quería probar de qué estaba hecho el
extraño. Por qué el maestro lo había llevado con ellos, los elegidos, los
destinados a portar el título de Guerrero Escorpión.
Justin se
defendía como alcanzaba. Los golpes que Radsil lanzaba eran rápidos, certeros y
limpios. Era un prodigio. Con sus puños apretados, Justin protegía su rostro,
pero recibía todos los demás dirigidos al hígado, al estómago y a las piernas.
Cuando el Joven
Smith alcanzó a Radsil en el rostro con un puñetazo, este se encolerizó, y
atacó con más furia, sin control.
La mirada del
maestro seguía atenta al enfrentamiento, mirando y midiendo sus almas.
Con el siguiente
golpe que asestó Justin, este estaba agotadísimo. La lluvia de golpes a la que
lo sometía el oriundo de estas tierras era agobiante.
Desesperado por
la deshonra que significaba para Radsil recibir los golpes de este desconocido,
el muchacho sacó una daga que escondía en uno de sus tobillos, tumbando a
Justin y sometiéndolo, tratando de clavar el afilado acero en su rostro.
Justin lo miraba
desde el suelo, y con ambas manos sostenía el arma con la que pretendían
herirlo, en el mejor de los casos.
Escorpión seguía
observando la situación. No había hecho ningún gesto cuando su pupilo había
sacado la daga, y no hacía nada ahora, que Justin estaba en serio peligro.
La adrenalina
terminó llenando las venas del joven miembro de “Defensores Unidos”, y la
desesperación se apoderó de él. El fuego comenzó a nublar sus pensamientos, y
las flamas poblaron su cuerpo.
El sorpresivo
fuego asustó a Radsil, que al detener la presión, vio como la palma en llamas
de Justin se apoyaba en su rostro, y lo empujaba a un costado, alejando la daga
del guerrero en combustión.
Radsil rodó por
el suelo, y Justin Smith se puso de pié, en su forma ígnea. Estuvo así un
momento, y luego miró con odio a Escorpión.
-¡Tú me hiciste
hacerlo! ¿¡Por qué no lo detuviste!? – gritó Justin abandonando el fuego,
quedando vestido sólo con su traje resistente a sus transformaciones.
-Estaba viendo de
qué estaban hechas sus almas – respondió calmado el Maestro.
Justin se acercó
a Radsil, que seguía tumbado en el suelo, y revisó sus signos vitales. Estaba
inconsciente, pero seguía con vida, a pesar de la horrible y profunda quemadura
que le quedó en el rostro. Una mano ígnea, que marcaba su mejilla y ojo
derecho.
El joven defensor
lo levantó y lo llevó a algún lugar donde pudieran atenderlo. Por hoy, el
entrenamiento se había acabado.
V
-¿Qué es lo que
pasa Justin? – preguntó George Smith a su hermano menor, que estaba recostado
con la mirada fija la techo, inusualmente tranquilo.
-Tienes que ir
mañana a ver a la dirección de la escuela – respondió Justin, triste.
-¿Qué es lo que
hiciste ahora? – le preguntó el mayor de los Smith, tomando asiento al borde de
la cama, con tono comprensivo.
-Estaban
golpeando a Ignacio en el patio, y me puse a defenderlo.
-¿Te descubrieron
golpeando a un niño? – respondió sorprendido George.
-Era mayor… dos
cursos mayor – dijo Justin – pero en realidad yo no quería hacerlo – susurró
Justin, suspirando luego.
-¿Y por qué lo
hiciste? – preguntó George.
-Lo hice porque
tú lo hubieras hecho – respondió.
George quedó
sorprendido. Era la primera vez que Justin le confesaba eso. Era extraño para
él tener que enfrentar este tipo de situaciones, luego de que sus padres…
-Justin, si tu no
tienes el deseo de hacer algo, no tienes por qué hacerlo – le dijo George.
-Pero es lo
correcto – respondió Justin – tú lo haces todo el tiempo… tú eres policía.
-Je Je… soy
detective, pero que yo haga algo, no significa que tú tengas que hacerlo… solo
haz lo que a ti te nazca…. Lo único que quiero es que Julie y tú sean felices.
-Lo sé hermano…
-Bueno, mañana
iré a tu escuela, pero luego tengo que ir a hacer unas compras al centro
comercial… iremos con Julie también.
-¿Iremos al Chuck and Chess? – preguntó Justin entusiasmado.
-Puede ser… puede ser..
-Ok, ok será genial – dijo Justin.
-Sí, lo pasaremos muy bien..
Continuará…
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