Días Perdidos (2 de 4)
Historia: Zirijo.
Historia: Zirijo.
-Haz herido a uno
de los nuestros, debes pagar por tu crimen – dijo El Maestro Escorpión,
sosteniendo a Justin Smith por los brazos.
-No, espera. Tú
me obligaste a hacerlo… no nos detuviste… - reclamaba el joven.
-Es la Ley –
respondió Escorpión – háganlo.
Justin entró en
desesperación y comenzó a encenderse en llamas, pero esto no afectaba el sólido
concreto que remplazaba la piel del Maestro Escorpión, que lo apresaba como una
avalancha. Un fierro muy caliente en forma de escorpión tribal se acercaba incandescente
hacia el brazo derecho del hombre de fuego, que no podía moverse, por la fuerza
constrictora de los dedos de Escorpión. El fuego que traía la vara era distinto
al que producía el cuerpo del joven Justin Smith, era un fuego oscuro, con
odio, alimentado por las ansias y la violencia de todo un pueblo dispuesto a
pelear. Un fuego macabro, un fuego que se aposaba en el brazo de Justin,
dejándolo realmente adolorido. Justin perdió su forma ígnea, que se fue con su
conciencia, pero en su brazo, el tatuaje del escorpión ardía… y nunca iba a
dejar de hacerlo.
I
Después...
Ellos se dirigían
a la frontera con Estados Unidos para detener esta locura. Los Metal Knights
proporcionaron a los últimos miembros de Defensores Unidos que quedaban en Eria,
de su mayor capacidad tecnológica para apoyarlos en la operación. Blackbird, el
Hombre de Fuego y Quick estaban una vez más reunidos.
Adelante la
playa, y una columna de humo. Quick los esperaba cuando Adam y Justin
descendieron a la playa de Haulover, Miami.
Las palmeras y
los edificios se acompañaban de una larga columna de humo y unos extraños
barcos que volaban alejándose a toda velocidad.
Luego de un
intercambio de palabras con tres sujetos de la seguridad nacional de los
Estados Unidos, uno de ellos, conocido como The American Dream se abalanzó
contra Blackbird.
Justin, al ver a
Adam, se encendió en llamas, y Quick preparó carrera, al sentir el calor que
emitían sus compañeros. Blackbird, Adam Johnson, evitó ser atrapado por el
norteamericano apretando su mano derecha con tanta desilusión y enojo, que se
dirigió directamente al rostro del sueño americano, transformada en un fuerte
puñetazo.
El Hombre de
Fuego, en el breve instante, un fugaz segundo, en que nadie supo qué hacer,
preguntó a través del comunicador/espejo, que los tres portaban:
-Chicos… ¿Saben
ustedes lo que es el fuego?
Blackbird y Quick
no supieron que responder, y lo miraron, uno completamente y el otro de reojo.
II
Ahora….
-¿Sabes lo que es
el fuego? –preguntó nuevamente el Maestro Escorpión a Justin Smith, el Hombre
de Fuego.
Ambos se
encontraban dentro del templo, Escorpión ocupaba un gran montículo, en forma de
pirámide sin cima, para sentarse, como un trono, mientras que Justin lo
observaban desde el piso, de pie.
Desde el brazo
del joven Smith nacían llamas, aunque él no estuviera transformando en su forma
ígnea. Hace tres días había quemado en una prueba a uno de los estudiantes de
Escorpión, y él seguía en estado de inconciencia. Fue castigado como acuerdan
las normas de la disciplina, como dictaba Itprom.
El templo no tenía
ningún tipo de arreglo desde que todos tenían memoria. Aún usaba luces de
antorchas, en vez de alumbrarlo con la energía que procedía del motor que la
aldea había adquirido hace unos diez años. Uno de los Guerreros Escorpión de
antaño, lo trajo, para poder hacer la vida de los aldeanos más llevadera.
Ningún aldeano del pueblo de los escorpiones podía hacer abandono de esta
tierra. Solo los Guerreros Escorpiones podía, y si quien osaba a hacerlo, no
tenía el derecho de regresar jamás. Eso por eso que los habitantes del pueblo
estaban muy desfasados en tecnología, materiales y ayuda del gobierno. Era un
problema para el estado enviar ayuda, ya que al intentar acceder al pueblo,
eran rechazados por sus propios habitantes.
Era una isla en
la historia, un pueblo hecho del pasado, con costumbres aún más viejas.
-¿Es un elemento?
– respondió con una pregunta Justin.
-Tu hermano nunca
se hizo esa pregunta, ¿no es verdad? – dijo El Maestro Escorpión, sin moverse
de su trono – imagina las posibilidades… él fue un estúpido al no explorar
todas las ventajas… el poder…
-No hables de mi
hermano… - murmuró Justin, mirando al piso, sin ser capaz de enfrentar a quien
había ordenado que hicieran aquella marca, que ardía en su brazo.
-¿Qué? – preguntó
Escorpión, sintiendo que se movía el aire del templo con las palabras a medio
decir de Justin – Tu hermano lo hubiera dicho fuerte y claro.
-No me compares
con George… - dijo Justin un par de tonos más alto.
-¿Me estás hablando?
Tu hermano…
-¡YO NO SOY
GEOGE! ¡NO ME COMPARES CON ÉL! – gritó Smith, interrumpiendo al Maestro
Escorpión.
Siempre había
tratado de ser como él… toda la atención, todo el reconocimiento… de ser como
él… pero ahora, le avergonzaba estar donde estaba… Su hermana, el propio George,
lo hicieron entrar en razón…. Ahora odiaba la comparación odiosa…se odiaba por
haber seguido a Escorpión.
-Eso es el fuego,
niño – dijo Escorpión. Se levantó y caminó a la salida del templo. Afuera
estaban los estudiantes estirando, esperando al Maestro – Se te está prohibido
reunirte con los otros estudiantes niño fuego, el templo será tu lugar de
entrenamiento, y podrás usar el comedor, cuando todos se hayan ido – ordenó.
Justin quedó
pensando un instante. Calmó su enojo, y se estremeció por el dolor de la
cicatriz. Era imposible taparla, las vendas entraban en combustión al tocar la
herida. Luego salió, siguiendo a Escorpión, para no quedar solo, pero ni este,
ni los estudiantes estaban a la entrada del templo. De hecho, no se veía nadie
alrededor.
III
-¿Sabes lo que es
el fuego? – preguntó el Maestro Escorpión al siguiente día, cuando Justin
abandonó el establo e hizo ingreso al templo.
En la mente del
Joven de Fuego se cruzaban distintas preguntas, todas en relación con su vida,
sus decisiones y el entrenamiento al que lo sometía Escorpión. Todavía se
preguntaba por qué no se encendía en llamas y se largaba de aquél lugar de
pesadillas. Pero algo lo motivaba a seguir aquí, a aguantar la tortura a la que
Escorpión lo sometía. ¿Qué es ser fuerte? ¿Cómo puedo ser fuerte?
-Es la furia
- respondió Justin envuelto en aquél
sentimiento.
-¡¿Esto es el
fuego?! – gritó Escorpión abalanzándose contra Justin, luego de un momento de
pensar la respuesta de su estudiante - ¡¿Esto es el fuego?! – gritó nuevamente.
Luego de haber
dado un gran salto, desde el trono del templo, hasta donde se encontraba
Justin, Escorpión dejó un gran cráter en el suelo, al intentar alcanzar a
Justin.
-¡¿Esto es el
fuego?! – gritaba constantemente, mientras atacaba a Justin, con sus puños y
cola de concreto. Era increíble cómo Escorpión podía mover esa cola tan pesada,
remplazada absolutamente por concreto, con tanta velocidad y fuerza. Trozo de
templo salieron volando con el ataque de Escorpión antes de poder encestar uno
Justin, quien quedó absolutamente arrinconado. Todo planeado, todo fríamente
planeado en el calor del combate.
-RESPONDE!!
¡¿Esto es el fuego!? – gritó Escorpión antes de que Justin entrara en estado
ígneo para proteger su vida. El dolor de la cicatriz cesó en el momento en que
las llamas confundían sus llamas con las que emanaban del Hombre de Fuego.
Con un gran
esfuerzo Justin concentró el fuego entre sus brazos, para amortiguar los golpes
de Escorpión, o para intentar aminorar el ataque. Pero no resultó.
Justin se elevó
en vuelo por la esquina del templo, llegando al techo, mientras que Escorpión
dio un salto, incrustando sus manos en el muro en llamas, tomando impulso y
golpeando al defensor. Justin en medio del templo en llamas se da cuenta de la
situación. La madera antigua y completamente seca no tarda en incinerarse por
completo.
-¡¿Estás loco?¡
acabas de incendiar tu templo – dijo Justin, tratando de hacer entrar en razón
al Maestro encolerizado.
-Tú lo hiciste –
respondió Escorpión dando el último golpe a Justin, lanzándolo fuera del
edificio, atravesando la puerta y alejándolo del derrumbe inminente.
El edificio
estaba completamente en llamas, y Escorpión se alejó caminando. Justin quedó
mirando el templo que ardía, desconcertado.
IV
Al día siguiente
el templo solo eran escombros y cenizas. Escorpión estaba sentado en el gran
trono de piedra, donde su maestro, y los maestros de los maestros se habían
sentado por generaciones.
-¡Mira lo que has
hecho! – exclamó Justin a Escorpión mirándolo fijamente.
-Fue tu respuesta
lo que provocó el incendio – respondió – eso con lo que alimentaste el fuego….
Es tu responsabilidad.
-¡Tú empezaste a
atacarme! – replicó Justin.
-Yo te ordené que
no pasaras a tu estado de fuego – respondió el Maestro.
Justin no supo
qué decir, pero estaba enojado.
-Esto pasa cuando
confundes el fuego con el enojo. Nada de tu alrededor se salva de ser
destruido.
Eso que llevaba
en su brazo tatuado ardió, encendiéndose en frente de ambos.
-Concéntrate,
llévalo a brazas inofensivas, deja que el fuego amaine – ordenó Escorpión.
Justín lo miró
con duda y dolor.
-Respira… la base
para encender y apagar el fuego es la respiración. Intenta respirar con calma,
y concentrarte en una sola cosa a la vez.
-Pero…
-Siempre hay un
pero contigo…. – dijo el Maestro –
acepta tu soledad. El fuego, para ser el más brillante y magnífico, debe arder…
y si ardes lleno de remordimientos y dudas, lastimarás a todos con tus llamas.
Acepta tus habilidades… acepta que eres el hombre de fuego.
La respiración de
Justin bajó de intensidad. Los recuerdos se transparentaban, pero nunca
desaparecían. Es como si lo dejara ver hacia adelante, alrededor. Las llamas
bajaron, y el tatuaje fue brazas.
-La respiración
es la base para entender lo que es el fuego – dijo el Maestro. – Ahora, vamos a
las canteras, hay que levantar un templo nuevo.
V
-El templo
anterior tenía el espíritu de los antiguos maestros – dijo Escorpión a Justin,
mientras observaba la cantera del pueblo de los escorpiones. Hombre, mujeres y
niños trabajaban acá, para poder labrar la roca y edificar en las montañas.
Había cierta tecnología que aún escapaba del conocimiento de los habitantes del
pueblo de los escorpiones, pero trabajar las canteras, era la tarea principal
por la que vivían estos hombres de la montaña.
-Cada persona que
ayude a construir el templo, adornará con su esfuerzo y espíritu la obra de los
Guerreros Escorpiones – seguía diciendo Escorpión – ahora, dirige el fuego.
-¿Cómo? –
Extrañadísimo Justin.
-El fuego es
capaz de debilitar hasta la más sólida de las piedras… dirige tu fuego.
Encuentra los puntos críticos. Ataca.
Justin vio la
piedra preparada. Estaba sobre dos gruesos maderos y tenía una marca hecha con
cincel.
Justin pasó a su
estado ígneo para usar su fuego, pero Escorpión lo detuvo.
-No, maneja el
fuego, dirígelo… solo de tus manos, solo de tu boca… hazlo salir por donde tú
quieras… no por donde el fuego quiera.
El joven de fuego
no supo qué hacer. Pensó. Luego respiró. Pensó en sus manos, como un canal, una
vía de escape. Pensó en el incendio, en lo que había generado sus dudas, los
recuerdos seguían ahí, pero ahora transparentes… eran una ayuda, y no un
estorbo. Cuando la imagen de su hermano y su hermana aparecieron ante él, supo
que la comparación ya no era molesta…. Volvía a ser agradable. Pero ahora como
ejemplo. Se percató que el dolor de la herida, ya no estaba y miró sus manos y
estaban ardiendo en llamas.
-Eso… ahora,
concéntralas, hazlas precisas, no las desperdicies.
Justin respiró
nuevamente con calma. Las llamas se hacían pequeñas, pero no dejaban de tener
intensidad, entonces, de pronto, un sonido, como el que hace el fuego a alta
presión salía de sus manos y una llama muy densa y muy caliente salía de sus
manos.
-Pósalas en la
piedra, en la marca.
Haciendo lo que
su Maestro le pedía, Justin puso las densas llamas en la marca, para cortar la
piedra., pero no se veía gran cambio. Estuvo así por horas, pero no la roca
seguía igual.
Cansado, Justin
agotó sus fuerzas, y dejó de hacer fuerza en la piedra, viéndola negra, por la
intensidad de la llama.
-Mira – dijo el
Maestro, levantando uno de sus dedos, y golpeando la roca suavemente.
Esta se partió en
dos, perfectamente, ante los ojos del joven de fuego, asombrándolo.
-Ninguna victoria
se obtiene de un solo golpe Hombre de Fuego – dijo el maestro levantando la
inmensa roca con sus manos, llevándola al pueblo.
Ese día, el sol
se escondió en el pueblo de los escorpiones, con la primera roca del nuevo
templo.
Continuará…
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